Antes, durante y después de la pandemia de covid-19, las mujeres se han capacitado más que los hombres, aunque sus oportunidades laborales siguen siendo menores a las de ellos. En comparación a sus compañeros, las trabajadoras buscan y pagan más por mejorar sus habilidades y adquirir nuevos conocimientos, según el Centro de Estudios Espinosa Yglesias (CEEY).

A pesar del mayor interés en el desarrollo de habilidades, para ellas la situación no es tan alentadora, pues hay menos mujeres con trabajo remunerado, ganan menos que los hombres y es más probable que permanezcan en los niveles bajos de ingreso. En cambio, la probabilidad de pasar de salarios bajos a altos es mucho mayor para ellos, según el 6o Boletín de Movilidad Social en el Mercado de Trabajo del CEEY.

“Siete de cada 10 mujeres en la población económicamente activa mantienen un empleo remunerado durante un año, mientras que nueve de cada 10 hombres lo hacen. Sólo 16 millones de mujeres alcanzan un empleo remunerado continuo, mientras casi el doble de hombres lo logra”, se destaca en el reporte.

Este martes fueron publicados los resultado de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE), los cuales indican un máximo histórico de población ocupada, una tasa de participación laboral nuevamente por arriba de 60% y 1.9 millones de personas con trabajo más de las que había en abril de 2021.

“Nos vamos a recuperar para repetir un problema histórico, que es de baja participación de las mujeres, poco alcance de empleos remunerados para ellas, menor acceso a servicios de salud, menores posibilidades de ascenso”, expuso Rodolfo de la Torre, director de movilidad social del CEEY, al presentar el boletín. “Hay un piso pegajoso” para ellas.

Diferencias frente a la capacitación laboral

Las mujeres tienen mayor disposición a acercarse a la capacitación laboral de forma voluntaria, no por alguna instrucción superior o del área de Recursos Humanos, mencionó Rodolfo de la Torre.

La capacitación se refiere a las actividades de aprendizaje o de adquisición de habilidades estrictamente ligadas al trabajo, e incluyen las clases en el sistema educativo, se explica en el documento.

Entre 2006 y 2018, “la capacitación en el empleo favoreció ligeramente a las mujeres”, pues el 3.7% de las trabajadoras tomó cursos, talleres, diplomados, clases o mentorías, frente a 3.1% de los hombres.

Los porcentajes en general, para hombres y mujeres, en realidad son bajos, pero con la pandemia crecieron ligeramente. “Al último trimestre de 2021, la recuperación del mercado de trabajo mostró una mayor capacitación para el trabajo para los hombres, lo que redujo la ventaja que guardaban las mujeres en este rubro” y quedó 5.6% de mujeres capacitadas y 4.4% de hombres.

Según la ENOE, en abril la tasa de participación laboral de los hombres fue 76.3% y la de las mujeres, 45.6 por ciento. Sin embargo, entre la población ocupada 66% de los hombres tiene educación secundaria o mayor, proporción que se eleva a 68% en el caso de las mujeres.

“Además, un mayor porcentaje de mujeres que de hombres continúa sus estudios (7.4 % frente a 6.4 %). Lo anterior parece indicar que, en general, las mujeres tienen una mayor disposición para adquirir conocimientos que sus pares hombres”.

También más mujeres que hombres financian sus capacitaciones, 15.2% frente a 14.2 por ciento. El 52% de los hombres que no toman capacitación es porque desconocen los programas para hacerlo o consideran que su adiestramiento inicial es suficiente. En esa misma situación se encuentra el 48% de las mujeres.

Otra brecha a destacar es entre las propias mujeres, pues son quienes se encuentran en la población económicamente activa quienes “han tenido una trayectoria educativa más larga que aquellas no insertas en el mercado laboral” y son más proclives —o tienen más recursos— a capacitarse.