The Washington Post (TWP) reveló este sábado 23 de julio que un grupo secreto de la Agencia Antidrogas Estadounidense (DEA) persiguió durante varios años al narcotraficante mexicano, Rafael Caro Quintero por la Sierra Madre Occidental, e incluso, los agentes llegaron a conocer todos los caminos de terracería por los que se desplazaba el capo, quien constantemente salía a visitar a sus novias.

De acuerdo con las fuentes de este medio, entre 2013 y 2022, Estados Unidos y México realizaron 12 operativos fallidos para atrapar a Caro Quintero. Muchas de esas operaciones no fueron reportadas de manera pública.

De acuerdo con TWP, para los agentes de la DEA resulta absurdo que el gobierno mexicano se adjudique como una victoria particular la captura de Rafael Caro Quintero, cuando esa agencia proporcionó durante nueve años información actualizada al Ejército y la Marina de México, solo que estas instituciones estuvieron limitadas por los intereses políticos.

Tras concretar la captura el 15 de julio de 2022, Timothy Shea, quien condujo de manera interina a la DEA de 2020 a 2021, declaró: “Esto debería haber sucedido hace años para evitar que Caro Quintero continuara con su tráfico de drogas hacia los Estados Unidos”, y explicó que “el gobierno de México actúa solo cuando es de su interés político actuar”.

Esta semana, López Obrador aseguró que la DEA no tuvo ninguna participación en el operativo que culminó con la detención de Caro Quintero y se limitó a decir que en el pasado existió algún tipo de coordinación.

Caro Quintero no era un fantasma, EEUU y México sabían dónde se ocultaba

En México se extendió la idea que luego de salir de prisión en 2013, Caro Quintero se esfumó como un fantasma, sin embargo, durante esos años la DEA pudo seguir su pista y sus socios mexicanos estaban al tanto de esa persecución por las espesas montañas del norte.

Fue una operación delicada para la DEA pues los hombres de El Príncipe “controlaban todo. Tenían informantes en todos los poblados y guardias en las montañas para vigilar a los drones. “Son muy cuidadosos”, expresó un antiguo funcionario al Washington Post.