La migrante guatemalteca Juana Alonzo, que pasó 7 años en prisión preventiva en México cuando intentaba emigrar a Estados Unidos y fue torturada por la policía y acusada de secuestro, regresó el domingo a Guatemala, donde se reencontró con su familia.
Alonzo no soportó tanta emoción y se desmayó en los brazos de su padre y sus tías. Lloraba y abrazaba a su familia un día después de haber sido liberada por autoridades del estado mexicano de Tamaulipas, donde estuvo detenida 7 años.
“(A la prisión) es fácil entrar pero para salir está difícil”, declaró Alonzo, una mujer indígena maya chub de la comunidad de Santa Maria Ixtatán Huehuetenango, que explicó que estuvo detenida por no hablar bien español.
A su llegada la esperaban sus familiares con trajes típicos ceremoniales para darle la bienvenida. Luego de que ella saludó a su familia, las mujeres que la acompañaban efectuaron un ritual: le quitaron el pantalón de mezclilla que llevaba y la vistieron con un traje típico de su región.
Alonzo aprovechó su llegada para abogar por sus compañeras de prisión, donde dijo que muchas están en la misma situación de inocencia que ella.
“No somos piedra, no somos plásticos; nos vamos quedar allí sin ver a la familia. Qué tristeza“, manifestó. La mujer indicó que no podía creer cuando le dijeron que por fin podía salir de la cárcel. “Lo que queremos es justicia”, dijo su tío Pedro Alonzo al ser consultado.
Mario Búcaro, el canciller guatemalteco que acompañó a la migrante, explicó que además de acompañar a Alonzo también se le brindará apoyo en su retorno a su comunidad.