Elon Musk acordó la compra de Twitter y muchos pensarán que lo hace por dinero, porque la mayoría se conforma con eso. Particularmente en países de Latinoamérica.

No es que pensar en fortuna sea malo, pero el líder de Tesla y el próximo posible dueño de esa red social ya no está en la liga de millonarios terrenales. Hoy muchos saben quién fue Leonardo Da Vinci, pero traten de recordar al hombre más rico de esos años que habitó Florencia junto a aquel genio, durante el Renacimiento.

Musk ya se acomodó en la historia, tal como el autor de la Mona Lisa que también gustaba de resolver dilemas. Pero el superdotado contemporáneo sí goza, a diferencia del otro, del saldo patrimonial más colosal.

En esta columna de opinión hay lugar para la crítica hacia este ícono generacional y al riesgo que su ambición representa, pero antes conviene centrarse en los hechos.

La creatividad de Musk cambió el sistema financiero. Cuando enviar dinero al otro lado del mundo era una rareza que obligaba a la gente seguir un trámite de horas parado en la sucursal del banco, él vino con Paypal y entonces se hizo rico al iniciar el milenio.