Por tercera vez, Francia ha vuelto a evitar que la ultraderecha gobierne el país. Emmanuel Macron logró este domingo ser reelegido presidente y consiguió imponerse a Marine Le Pen en la segunda votación de las presidenciales, una cita que tenía al país y a Europa en vilo.

Según los datos definitivos del Ministerio del Interior, con el 100% escrutado, obtiene el 58,55% de los apoyos, frente al 41,45% de Le Pen, que a pesar de la derrota consigue su mejor dato.

No sabemos si ha ganado el Macron de pelo en pecho sentado en un sillón, el de la sudadera al estilo Zelenski, el del semblante preocupado tras hablar con Vladimir Putin, el que cortejaba a la izquierda en sus últimos mítines, el que observaba de brazos cruzados a Le Pen en el debate televisado o el que boxeaba hace unos días en un barrio demacrado de París para conseguir votos.

Macron pasará a la historia no sólo como el presidente más joven de la V República (cuando ganó en 2017 tenía 39 años), sino como uno de los pocos que ha conseguido ser reelegido, junto con Charles de Gaulle, François Mitterrand o Jacques Chirac. También es uno de los que despierta más rechazo, al ser considerado arrogante y alejado de los problemas de la calle.