Existen temas de los cuales preferimos ¡no hablar! Existen crueles realidades que afectan sistemáticamente a personas y familias.
Surgen terribles heridas emocionales que en ocasiones se ocultan o maquillan, ante la falsa esperanza que es mejor hacer silencio y guardarlo todo debajo de la alfombra.
¡Cuidado! que el abuso sexual infantil puede estar escondido y… no quieres verlo.
¿Qué es el abuso sexual infantil?
El abuso sexual en niños, niñas y adolescentes ocurre cuando el infante es utilizado para la estimulación sexual de su agresor, quien puede ser un adulto conocido-cercano, un pariente o un desconocido de la víctima.
Existen otras especificaciones que te pueden ayudar a identificar esta problemática:
1.  Implica toda interacción sexual en la que el consentimiento no existe o no puede ser dado, independientemente de si el infante entiende la naturaleza sexual de la actividad e incluso cuando no muestre signos de rechazo.
2.  El contacto sexual entre menores de edad también puede ser abusivo, si hay una significativa disparidad en la edad, el desarrollo, el tamaño, o si existe un aprovechamiento intencionado de esas diferencias.
3. El abuso sexual sucede cuando el infante es sometido a contactos sexuales, manoseos o tocamientos en sus zonas íntimas, con fines sexuales.
4. Cuando existe penetración por cualquier vía (vaginal, anal o bucal) y/o cuando se introduzcan objetos u otras partes del cuerpo por alguna de las dos primeras vías.
¿Quiénes pueden ser las víctimas?
Sobre este aspecto, solemos llenarnos de conclusiones falsas o mitos que no ayudan a la comprensión de esta delicada problemática.
Debemos “estar atentos” y entender que los infantes siempre son vulnerables frente a los adultos por diversos motivos, entre los que se destaca: que están en desarrollo, son dependientes y establecen vínculos signados por la asimetría mental y física.
En términos estadísticos, una parte importante de los abusos es de tipo incestuosa, ejercida por familiares y conocidos, y favorecida por la convivencia o cercanía.
Las investigaciones sobre el tema refieren que cualquier infante puede ser víctima de abuso sexual, independientemente de su edad, género, etnia y nivel sociocultural.
El niño y la niña carecen de recursos suficientes para auto-protegerse frente al agresor. En la adolescencia, la inexperiencia e inmadurez son factores decisivos que inhabilitan las conductas de protección.