Moscú eleva el tono respecto al riesgo de colisión entre potencias por el conflicto en Ucrania. El ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, vaticina que las relaciones con Europa nunca volverán a ser iguales y aboga por rehacer desde cero todo el marco de seguridad del Viejo Continente. Para el jefe de la diplomacia rusa, la ayuda que Occidente presta a Ucrania puede llevar el conflicto a una dimensión mucho más peligrosa si dos potencias con armas de destrucción masiva —Rusia y Estados Unidos las tienen— chocan por ella. “El riesgo de escalar a una guerra nuclear es enorme”, afirmó este jueves Lavrov en una extensa conferencia de prensa sobre la estabilidad europea. Según el jefe de la diplomacia rusa, instituciones consagradas desde la Guerra Fría para mantener la paz en el continente, como la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE), podrían dejar de tener sentido en el futuro como consecuencia del conflicto de Ucrania.
Lavrov quiso remarcar que los principales países han promovido recientemente dos declaraciones internacionales que advierten de que nadie puede ganar una guerra nuclear y, por tanto, debe ser evitada: una de Vladímir Putin y Joe Biden en junio de 2021 y otra en enero de este año de los cinco grandes Estados que poseen este tipo de armas de destrucción masiva. Pese a esos llamamientos, el diplomático avisó de que la amenaza sigue siendo real, una situación de la que responsabiliza a los países occidentales por su apoyo a Ucrania: “Estábamos listos para ir más allá y decir que no solo no se debe desencadenar una guerra nuclear, sino que cualquier guerra entre potencias nucleares también es inaceptable. Incluso si alguien decide iniciarla por medios convencionales, el riesgo de escalar a una guerra nuclear es enorme”.
El alto cargo justificó los ataques rusos contra las centrales eléctricas y otras infraestructuras civiles en Ucrania porque “proporcionan potencial de combate a las Fuerzas Armadas de Ucrania, a los batallones nacionalistas, y de ellas depende la entrega de una gran cantidad de armas con las que Occidente colma a Ucrania para matar rusos”.
Tras los reveses de septiembre y octubre en el campo de batalla en Ucrania, el Kremlin elevó la retórica nuclear. Por un lado, al decir que defendería el territorio anexionado en Ucrania “por todos los medios”, a lo que Putin agregó que esa determinación “no es un farol”. Por otro, al asegurar que Kiev se preparaba para usar “armas sucias radioactivas”. Washington advirtió de que un ataque así no quedaría impune, y la forma que tendría esa respuesta estadounidense se la entregó por escrito el director de la CIA, William Burns, a su homólogo de los servicios secretos rusos para el exterior, Serguéi Narishkin, en Ankara, el pasado 14 de noviembre.
Lavrov abrió la puerta a volver a dialogar, pero con una condición: “Si nuestros interlocutores occidentales se dan cuenta de sus errores y expresan su disposición a volver a la discusión de los documentos que propusimos en diciembre”. Es decir, retomar las exigencias que Rusia puso sobre la mesa antes de la invasión de Ucrania y que contemplaban la salida de la OTAN de todos los países unidos a la Alianza después del Acta Fundacional de 1997, lo que supondría dejar fuera a todas las naciones al este de Alemania.
Lavrov se mostró muy escéptico: “Dudo que encuentren la fuerza y la inteligencia para hacer esto. Pero si esto sucede de pronto, nosotros estaremos listos para volver a hablar con ellos”. El jefe de la diplomacia rusa añadió que las propuestas de Moscú fueron “honestas” porque no exigieron de inicio la retirada de las fuerzas estadounidenses de Europa y la disolución de la Alianza Atlántica.
Declaraciones contra Borrell y la UE
En cualquier caso, Moscú considera casi nula la relación con la Unión Europea. “Para responder a la pregunta de si Moscú está siendo aislada de la diplomacia europea, primero hay que averiguar si esta existe”, afirmó el alto cargo antes de cargar contra el alto representante de la Unión para Asuntos Exteriores, Josep Borrell, por decir que “este conflicto debe terminar con la victoria de Ucrania en el campo de batalla”. Lavrov espetó: “Necesitamos saber cuándo aparecerán personas cuerdas en la diplomacia europea”. Después afirmó que echa de menos “gestos por los canales diplomáticos” más allá de las visitas a Moscú para ver a Putin que realizaron el presidente francés, Emmanuel Macron; el canciller alemán, Olaf Scholz, y otros líderes europeos antes de comenzar la guerra.
Moscú cree que la cordialidad pasada no volverá y que es necesario negociar un nuevo marco de seguridad “sobre principios básicamente nuevos”. “Está claro que si a nuestros vecinos occidentales, y es imposible dejar de estar en contacto como vecinos, les interesa recuperar el trabajo conjunto sobre la seguridad europea, su restauración no tendrá éxito porque restauración significa volver a lo de antes, pero no volveremos a una situación de normalidad”, ha vaticinado el diplomático.
Lavrov puso en el punto de mira a la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE), organismo que nació durante la Guerra Fría como plataforma de comunicación entre ambos lados. El ministro de Exteriores ruso consideró que su existencia “se ha devaluado” por la expansión de la OTAN desde los noventa. Esta institución supervisó desde 2014 el cumplimiento del alto el fuego en la región ucrania de Donbás y sus informes diarios revelaban todos los ataques de ambos bandos que se habían registrado hasta 2022. Sin embargo, la misión se vio forzada a abandonar el país tras la ofensiva rusa de febrero.
Las críticas a la OSCE llovieron este jueves desde todos los flancos. Mientras Lavrov aseguraba que esta organización independiente está influida “por la superioridad numérica de Occidente” dentro de su membresía, el ministro de Exteriores ucranio, Dmitro Kuleba, apuntó en Twitter que la OSCE “va camino al infierno” y pidió la expulsión de Moscú porque “se ha intentado de todo respecto a Rusia: complacerla, apaciguarla, ser amable, ser neutral, comprometerse o no llamar a las cosas por su nombre”.
El jefe de la diplomacia rusa también denunció el aislamiento al que está siendo sometido su país. Lavrov criticó la creación de instituciones paralelas a las ya existentes sin la participación de Moscú, como por ejemplo la Comunidad Política Europea, un marco de diálogo político promovido por Macron para que la UE pueda interactuar con países que no forman parte del proyecto comunitario. “El presidente Macron dijo con orgullo: ‘Invitamos a todos menos a Rusia y a Bielorrusia”, recordó el alto cargo.
El régimen del bielorruso Alexandr Lukashenko también se ha visto implicado en la guerra de Ucrania, y Lavrov avanzó que esa colaboración podría tener un papel más activo en el futuro. Si en primavera sirvió de plataforma para la ofensiva rusa sobre Kiev, en septiembre Bielorrusia anunció la creación de fuerzas conjuntas con Moscú bajo el Estado de la Unión, una entidad supranacional creada en los noventa para lograr una mayor integración política y militar. “Nuestros presidentes están prestando una mayor atención a esta cuestión (el despliegue conjunto) debido a las provocaciones en curso, incluso de Ucrania”, dijo Lavrov.