Reino Unido vive un momento histórico. Con la muerte de la reina Isabel II de Inglaterra el día de ayer, las y los británicos están a la espera de despedirla y darle la bienvenida a su sucesor, el príncipe Carlos III.

El fallecimiento de la monarca se dio a conocer a través de un comunicado oficial emitido por el Palacio de Buckingham mientras la reina se encontraba en el Castillo de Balmoral, en Escocia, donde un par de días antes había protagonizado su última aparición pública.

Fue con la primera ministra Liz Truss con quien la reina fue vista por última vez frente a las cámaras, pidiéndole a la nueva representante política encargarse de su país.

Momentos después de que se confirmara la muerte de la reina, la primera ministra lanzó un comunicado, dejando en claro que “en los días difíciles que se avecinan”, se reunirá con toda la gente de Reino Unidos y con sus amigos de la Commonwealth para celebrar la vida en servicio de Isabel II.

La muerte de la monarca se da en un momento crucial para Reino Unido, en primera instancia, por el cambio de gobierno en el número 10 de Downing Street, el cual se dio por el escándalo del “Partygate”, bajo el cual Boris Johnson fue señalado de participar en distintas fiestas mientras el resto de sus connacionales estaban guardando confinamiento por la pandemia de COVID-19.

Además, ocurre durante una de las peores crisis económicas a las que Reino Unido se ha enfrentado desde 1982 al registrar una inflación de 10.1 por ciento, la cual se prevé pueda aumentar a 11 para otoño próximo.

Gran Bretaña despide también a su reina en medio de una crisis energética ocasionada por la falta de suministros que dejó de recibir por parte de Rusia desde que invadió Ucrania en febrero pasado, y ante lo cual ya se están buscando alternativas.

El doctor Manuel Martínez Justo, docente y director de la Facultad de Estudios Superiores (FES) Acatlán, asegura que del legado de la reina Isabel II se debería estudiar desde el punto de vista del análisis político, principalmente por lo que representó.

“Fue un personaje importante para la política mundial contemporánea, fue una mujer que supo ejercer su papel como reina, como jefa de Estado, como árbitro en el sistema político británico, y sobre todo que le supo dar fortaleza a la Casa Real a pesar de los escándalos”, apunta el académico.

Ahora será labor del rey Carlos III que se siga representando la labor que realizó la monarca a lo largo de sus 70 años al frente de la corona, pero sin esperar una figura igual a la de ella.

Una pausa política tras la muerte de Isabel II

El fallecimiento de la reina británica se dio sólo dos días después de que el gobierno de la primera ministra Liz Truss tomara posesión, por lo que se podrían poner en pausa las acciones que tenía estipuladas la política conservadora.

Durante su primer discurso a las afueras del número 10 de Downing Street, la ministra aseguró que sus primeras decisiones irían enfocadas al servicio de salud, al impulso de reformas económicas y a la emergencia de los energéticos. Sin embargo, por ahora pasarán a segundo término.

Se prevé que sea después del entierro de la reina y de sus homenajes que Truss vuelva a poner toda su atención en los asuntos del gobierno, a fin de demostrar empatía con el resto de sus connacionales.

“Con la muerte de la reina no creo que vaya a haber un impacto en la política (británica). Lo que vamos a ver es evidentemente una pausa en toda esta crisis que heredó Truss de Boris Johnson, como la cuestión económica y energética.