El presidente ha presentado con frecuencia iniciativas de ley que son anticonstitucionales y ha emitido decretos que de tan mal hechos causan preocupación, pero la propuesta electoral que presentó hace unos días es, creo, muy buena. No solo se trata de una reforma electoral, sino de una reforma democrática profunda y de gran envergadura.
El tema ha estado presente desde hace varios meses. Hay una actitud hostil del presidente hacia el INE y hacia el Tribunal Electoral. López Obrador sostiene que en 2006 ese instituto (que en aquel entonces era el IFE) avaló y convalidó un gran fraude: el IFE, el presidente Fox, el candidato Calderón, el PRI, los grandes empresarios y los medios de comunicación habrían fraguado y ejecutado el fraude, lo que retrasó en doce años la llegada de la izquierda al poder. Y no solo eso.
López Obrador también afirma que el INE participó en un segundo fraude a través del cual un títere de Televisa llegó a la presidencia de la república, y como prueba y parece que en esto la razón le asiste en cierta medida está el hecho de que la campaña de Peña Nieto fue ilegalmente financiada mediante el desvío de recursos de Pemex, como ahora se sabe, sin que la autoridad electoral hubiera hecho algo. En fin, desde la óptica de López Obrador, el INE ha funcionado más como un instrumento para burlar a la democracia, y por eso no se ha ahorrado palabras para denostarlo y proponer su desaparición.