Morelia, Michoacán (OEM-Infomex).- El encargado de la Comisión de Evangelización en Radio y Televisión para la Arquidiócesis de Morelia, el sacerdote Mateo Calvillo Paz, denunció que fue víctima de una agresión por parte de civiles que le provocaron heridas graves.
Mediante una carta dirigida a los medios de comunicación, el padre relató que el ataque ocurrió en el municipio de Queréndaro, donde fue golpeado sin motivo alguno. El religioso reprochó la política de abrazos del presidente Andrés Manuel López Obrador hacia asesinos y narcotraficantes “porque también son seres humanos”.
También pidió a la feligresía tener cuidado y recogerse en sus casas, al señalar que “me salió muy barato”, al referirse a los asesinatos de dos sacerdotes jesuitas en la Sierra Tarahumara de Chihuahua hace unos días “y en tantas muertes y masacres”.
Víctimas de la violencia, hermanos míos
Estoy viviendo una experiencia que tuvo un inicio trágico, relampagueante.
El hecho inicial. Las cosas sucedieron en tres minutos. Fue un ataque profesional, me bloquearon el carro me agredieron a golpes. El agresor, debió ser un sicario, aunque no me presento su credencial. Un psicópata, era muy alto y fuerte, moreno, con entradas en el pelo, tenía en los puños un arma, se dirigió a mí, abrió la portezuela de mi auto me destrozó la cara, dejándola con hemorragias terribles. ¿El motivo? Era un psicópata, ellos no razonan ni tienen controles.
Venía yo del oriente, en Queréndaro, entrando al pueblo. En estos casos, hay que buscar ayuda en la Iglesia, busque al señor cura, Rafael Juárez, pronto estuvo conmigo. El director de la clínica Asunción, doctor Gerardo Aguilar, ex entrenador de aquel inolvidable equipo nuestro, BISONTES, me atendió magníficamente.
Este ataque, yo lo había presentido, a todos nos puede tocar, estoy tentado a decir: nos va a tocar. Hay que ser conscientes y estar preparados, estudiar nuestra reacción, una equivocación puede ser mortal.
Me salió muy barato, si pienso en la suerte de los hermanos jesuitas asesinados y en tantas muertes y masacres.
Me siento honrado de ser hermano de las víctimas de la violencia, inocentes, asesinados heridos despojados de sus pertenencias, expulsados de sus pueblos, de tantos muertos denunciados y de los no denunciados, los hijos perdidos, desaparecidos o enrolados con los narcos y criminales, todos los inocentes que Andrés Manuel no defiende porque anda dando abrazos a los asesinos y protege a los narcos, “porque también son seres humanos”.
Tengo un clamor a tres voces: primera voz ¡cuídense mucho, por favor! Tomen su distancia de las bandas criminales, recojanse en su casa…