Durante la noche del domingo al lunes, diversos rincones del mundo fueron testigos de un eclipse de Luna, un fenómeno inhabitual en el que el satélite de la Tierra deja atrás su brillo y color diario para tomar tonalidades cobrizas. Vista de La Vía Láctea sobre la montaña de Tindaya, en Fuerteventura, durante el eclipse total de la Luna.
A diferencia de los eclipses de sol, la observación de un eclipse lunar se puede hacer a simple vista, porque no requiere instrumentación especial para contemplarlo ni entraña ningún peligro. La Luna de sangre, como se conoce popularmente este fenómeno, se pudo disfrutar en Sudamérica, Centroamérica y parte de América del Norte, así como en algunas zonas de Europa y África.
Este fenómeno se produce, generalmente, dos veces al año, cuando la Tierra se sitúa en una posición en la que bloquea parcialmente la llegada de los rayos del Sol a la Luna cuando está en fase llena.