El asesinato del agricultor Hipólito Mora, fundador de las denominadas autodefensas michoacanas y referente en la lucha contra el crimen, ha desatado una ola de conmoción en el país, que en los últimos días soporta un pico de violencia que se extiende por distintos puntos del Estado. López Obrador se ha lamentado esta mañana por el terrible episodio, pero ha responsabilizado indirectamente de lo sucedido a sus predecesores en el cargo. “Este es un remanente de la violencia que se auspició y permitió desde el Gobierno. Acuérdense de que hubo un narco-estado en México durante el Gobierno de Felipe Calderón”, ha denunciado durante su conferencia matinal diaria. “Todo eso es lo que heredamos”, ha justificado, desentendiéndose.
El sexenio de Calderón estuvo fuertemente marcado por la denominada guerra contra el narco, y López Obrador ha acusado a su predecesor de ir a declararla justamente en el territorio donde este jueves un comando armando acabó con la vida de Mora. “Ahí llega vestido de militar y declara la guerra, al mismo tiempo que su secretario de Seguridad Pública está vinculado a organizaciones del crimen organizado, y se combatía a unas bandas y se protegía a otras”, ha criticado en alusión al ex zar antidrogas Genaro García Luna, recién juzgado y condenado en Estados Unidos por narcotráfico y delincuencia organizada.
Pero el mandatario no solo ha vertido quejas sobre el Gobierno de Felipe Calderón, también ha hecho mención directa a su predecesor directo, Enrique Peña Nieto, bajo cuyo mandato se formaron las autodefensas michoacanas que lideró Mora. “El Gobierno de Peña Nieto se propone enfrentar la violencia organizando a guardias civiles, autodefensas. Los delincuentes entonces declaraban que las autodefensas tenían también vínculos con grupos criminales. Ponen a pelear al mismo pueblo, enfrentan a unos con otros”, ha dicho en su reparto de culpas a unos y otros, autoexcluyéndose.
Frente a la estrategia de los Ejecutivos anteriores, López Obrador ha popularizado el lema con el que pretende hacer frente a la violencia que azota el país: “Abrazos, no balazos”. El presidente defiende que su forma de abordarla es atender a las causas, “porque no se puede enfrentar la violencia con la violencia”. “No es fácil, pero es la estrategia adecuada y la vamos a continuar”, ha declarado esta mañana.
El asesinato de Hipólito Mora en La Ruana, un pequeño pueblo del municipio de Buenavista, es el último episodio de una semana en la que la violencia no ha dado tregua. El martes, un grupo armado secuestró a 16 trabajadores de la Secretaría de Seguridad de Chiapas. El miércoles, ocho personas murieron en un enfrentamiento armado en Guachochi, Chihuahua, y una novena quedó gravemente herida. Al día siguiente, un atentado con coche bomba en Celaya dejó 10 guardias nacionales heridos. Las huellas de la violencia se pueden rastrear en todos los Estados, que solo este año acumulan 17.519 homicidios. El mandatario insiste, no obstante, en circunscribirlo al pasado: “Estos delincuentes que han ido quedando de aquellas épocas son muy violentos, tienen armamento de alto calibre y se necesita más protección”, ha concluido después de lamentar que, a pesar de los esfuerzos por protegerlo, no fue posible evitar el asesinato de Mora.