Vuelta al punto de partida. El rescate de los 10 mineros atrapados desde el 3 de agosto en un pozo de carbón en Sabinas, Coahuila, ha sufrido en la madrugada de este lunes un revés difícilmente superable. El agua que inunda las galerías, cuyo drenaje se convirtió los últimos 13 días en el principal objetivo un requisito necesario para que los equipos de salvamento pudieran descender a la mina, ha vuelto a los niveles de origen después de un nuevo “ingreso súbito de agua”, según la responsable de Protección Civil, Laura Velázquez. El viernes, el nivel del agua se encontraba en 72 centímetros en uno de los pozos, 2,6 metros en otro y 4,2 metros en el tercero. “El último corte que tenemos es 38,49 metros en el pozo dos; 41,04 en el pozo tres y 38,14 en el pozo cuatro”, ha indicado Velázquez.
El presidente, Andrés Manuel López Obrador, ha señalado en su conferencia de prensa este lunes que la mina “se colapsó aún más”. “Íbamos bien, pero se amplió un boquete de agua de la mina vecina, abandonada, que es la que acumula más agua. Y ya cuando estábamos achicando el agua de la mina de carbón, donde están los 10 mineros atrapados, de nuevo se nos volvieron a incrementar los volúmenes de agua”. Los obreros trabajaban en tres pozos de carbón abiertos a principios de este año, una explotación que se conoce como el Pinabete. A apenas unos metros de distancia se encuentra Las Conchas, una antigua mina abandonada en 1996, de acuerdo con Protección Civil.
La cercanía de Las Conchas con el río Sabinas provocó que durante los años en desuso se fuera inundando de agua, que el 3 de agosto se abrió paso también a las galerías vecinas de Pinabete.
“Durante 28 años se acumuló agua”, ha sostenido Velázquez, “un cálculo aproximado del volumen retenido es de 1,9 millones de metros cúbicos. (…) Al inicio del trabajo de búsqueda, la altura [del agua] promedio en los pozos de la mina Pinabete se midieron en 41,47 metros. Después de 11 días de trabajo, el promedio estaba en 3,15 metros. Pero esto se vio afectado ayer, a las 5.45 de la mañana hubo un ingreso súbito de agua de la mina Conchas nortes por la posible liberación de agua acumulada de un cañón. A las cuatro de la mañana teníamos 1,30 centímetros del nivel de agua, nos preparábamos para entrar por el pozo dos, pero este ingreso súbito, hizo detener todo el plan”.
Llueve sobre mojado en el campamento en el que algunos familiares, aquellos a los que no permiten entrar en el perímetro de seguridad del Ejército, aguardan a las afueras de la mina. La lluvia llegó de madrugada y el terreno de polvo es ahora lodo y grandes charcos. Solo aguantan en el lugar un puñado de mujeres y un padre que no se ha movido de la misma silla en más de una semana, que mira al suelo y de vez en cuando murmura algo para el cuello de su camisa. Los parientes se han resguardado bajo tejado en un rancho cercano, y aquí esperan a que pase el agua, viendo correr el río que sale de las minas, el fruto del agua drenada del interior de los pozos. Las carpas en las que estaban hasta ayer están vacías y las lonas se han volado. Casi todos los familiares se han ido a casa a esperar que pase al aguacero. Esa es la imagen de la desesperanza este lunes: un campamento vacío, lluvia y barro.