A Luis Estrada, director de “La ley de Herodes” y “El infierno”, parece que no lo quieren en algunos sectores gubernamentales.
“¡Que viva México!”, su más reciente película, que ahora ha saltado mediáticamente tras la cancelación de su estreno en Netflix, fue rechazada en cinco ocasiones por instancias federales.
En dos ocasiones, detalla Estrada, por parte del entonces Fonca (ahora Sistema de Apoyos a la Creación y Proyectos Culturales) en su etapa de desarrollo; las otras tres en instancias del Instituto Mexicano de Cinematografía.
Por fin, en su momento, recibió el Eficine, estímulo que permite a personas morales destinar el 10% de su ISR a la hechura de cine nacional.
“Pero si pedía 20 millones de pesos, entonces daban dos”, cuenta en entrevista el realizador.
En 2020, ya cuando tenía el dinero requerido y a semanas de iniciar el rodaje, llegó la pandemia y todo se cayó.
Así que cuando Netflix se acercó para ofrecerle apoyarlo en cualquier proyecto que tuviera, el director les mostró “¡Que viva México!”, una crítica a la religión, la política y familia mexicanas, en la que actores como Damián Alcázar y Joaquín Cosío, interpretarían a tres personajes distintos, cada uno de ellos.
La plataforma streaming aceptó de inmediato, sin opinar sobre el contenido. Y Estrada desechó el apoyo del Eficine.
“Llevo trabajando en la película cinco años, probablemente la más ambiciosa en términos de producción, temáticos, narrativos, cinematográficos. Levantar esta película ha sido una odisea”, señala en entrevista.
“Bardo” inquietó a Estrada
¡Que viva México! estaba anunciada para salir ayer en cines selectos y el próximo día 16 en Netflix. Pero cuando Estrada vio que “Bardo”, de Alejandro González Iñarritu, salía superando las 500 pantallas y le dejarían más de un mes en cartelera, para llegar en diciembre a streaming, quiso un trato similar. No tuvo éxito y decidió parar todo.
El miércoles, Netflix por medio de un comunicado anunció que le revertía los derechos de la cinta a Estrada. Esto significa que el realizador la adquirió para buscar por su cuenta un distribuidor que le permita lanzar el filme en cines del orbe.
“Yo, para bien o para mal, nací y crecí en un cine. Me gusta que la gente esté concentrada en una sala oscura, que la vea de corrido, completa, que sus cinco sentidos estén ahí para lo que quieran: llorar, reírse, aburrirse. Los cines siguen siendo una experiencia colectiva popular”, considera.