Una vez más, las autoridades responsables de la migración en nuestro país intentan controlar, evitar y hasta detener el flujo de indocumentados que por miles arriban a México en busca de alcanzar el “sueño americano”, por la que han denominado “la ruta del Infierno”.
Hace unos días, el Instituto Nacional de Migración (INM), de la Secretaría de Gobernación, informó que rescató a mil 608 personas migrantes provenientes de 38 países. De ese total, mil 398 son personas mayores (424 mujeres y 974 hombres) y 210 menores de edad (82 mujeres y 128 hombres).
Una historia que se repite a diario. Centroamericanos, chinos, indios, africanos y de otras nacionalidades que buscan, dicen, “una mejor vida”, ingresan al país. El Instituto Nacional de Migración tiene registradas 85 nacionalidades de procedencia, que llegan vía Chiapas.
Por territorio mexicano, ciudadanos de 97 países tratan de llegar a los Estados Unidos. En los últimos años, principalmente de Cuba, Venezuela, Haití, Nicaragua, Honduras y El Salvador, naciones gobernadas por autócratas y dictadores. Lo que explica su necesidad de encontrar empleo, paz y libertad.
La aventura no es barata, va desde los 10 mil hasta los 60 mil dólares, según el lugar de procedencia; los asiáticos son quienes pagan más, sin ninguna garantía de llegar a su destino: “el sueño americano”. Paradójicamente, al huir de la pobreza y las amenazas de muerte en sus lugares de origen, empeñan la vida.