La bomba estalló. La Federación Mexicana de Fútbol ha despedido de manera fulminante a Diego Cocca, el entrenador de la selección, tras más de cuatro meses en el cargo. El rotundo fracaso en la dirección técnica, el vestidor dividido y la premura de resultados han provocado que el comisionado presidente, Juan Carlos Rodríguez, le haya despedido y también haya echado al director de selecciones nacionales, Rodrigo Ares de Parga, quien solo estuvo 130 en el cargo.
El temeroso planteamiento de Cocca en los partidos que sostuvo no agradaba a los jugadores ni a los especialistas. La estrategia del argentino se basaba en esperar al rival y jugar al pelotazo. Excluyó en los momentos cumbres a dos promisorios jugadores como Santiago Giménez (Feyenoord) y Johan Vásquez (Génova). El exentrenador de Racing de Avellaneda y del Atlas, registró tres victorias, tres empates y una derrota. A ojos fríos parecería que era un buen balance, sin embargo, el equipo no tenía rumbo. El partido que determinó el futuro del entrenador argentino fue la derrota 3-0 frente a EE UU en las semifinales de la Nations League. La herida caló entre los seleccionados que amagaron con asistir a la próxima Copa Oro, que arranca este domingo.
“La última semana me he encontrado muchas deficiencias: planeación, logística, funcionamiento y falta de liderazgo en muchos niveles. El partido contra EE UU se puede perder, siempre existe el riesgo porque esto es fútbol, y el triunfo se va de un lado o del otro, [pero] lo que no se puede aceptar es la forma en cómo se perdió. Se renunció a ganar desde el primer momento con decisiones de logística que friccionaron al grupo”, comentó Juan Carlos Rodríguez, el comisionado presidente quien fue nombrado en el cargo hace menos de una semana.
“Al final no se perdió solamente el partido, también se perdió la capacidad de reacción, de liderazgo dentro y fuera del campo, el control emocional y el sentido de portar con profesionalismo la camiseta con la que, al menos esta vez, nadie se sintió representado”, agregó Rodríguez en referencia al caótico partido contra EE UU, donde César Montes y Gerardo Arteaga futbolistas se hicieron expulsar por la frustración del resultado.
En diciembre pasado, la selección mexicana fue eliminada en la fase de grupos del Mundial de Qatar. La dirección técnica estuvo a cargo de Gerardo Martino. El Tata, quien arrastraba un par de años de inestabilidad, selló una de las peores actuaciones de México en más de 40 años. Martino nunca renunció a sus ideales, como convocar a Raúl Jiménez, pese a tener inactividad y una lesión que le acechaba o la decisión de dejar fuera a un delantero en ritmo como Giménez.
Los directivos, entonces encabezados por Yon de Luisa, dejaron que el contrato de Martino terminara tras Qatar. Tardaron 60 días en hacer un análisis “a profundidad” de todos los errores y reconocieron que debían contratar a un entrenador que conociera el tuétano del fútbol mexicano. En menos de una semana, Rodrigo Ares de Parga llegó al cargo de las selecciones nacionales y contrató a Cocca, quien había hecho campeón al Atlas dos veces, sin embargo, dejaron fuera a otros entrenadores con mejor currículum: Marcelo Bielsa, Jaime Lozano o Ignacio Ambriz. Fue Grupo Orlegi, dueño de Atlas y Santos, quien propuso a Cocca. Eso provocó la dimisión de De Luisa. “Esta etapa estaba viciada desde la toma de decisiones, por la falta de procesos, rigor y transparencia en los nombramientos”, reconoció el directivo conocido como La Bomba Rodríguez.
Jaime Lozano ha sido nombrado el entrenador suplente para hacerse cargo de México. Lozano, referente en los Pumas de la UNAM, hizo una buena carrera como futbolista. Tomó el silbato de entrenador y tuvo su primer gran impulso al dirigir a las selecciones menores de México. Bajo su gestión el Tri ganó la medalla de bronce en los Juegos Olímpicos de Tokio. “Ya no tenemos tiempo que perder”, reflexionó el comisionado Rodríguez. Lozano entrará a la tormenta llamada selección mexicana con el visto bueno de los jugadores.