Decenas de drones suicidas iraníes sobrevuelan cada día, desde agosto, el territorio ucranio. Son los Shahed —una palabra que en el mundo islámico significa “testigo de la fe”, pero que también puede tener la connotación de mártir—, la nueva arma favorita del Kremlin en la invasión de su país vecino. La reducción de su arsenal balístico y la falta de tecnología propia han empujado a Moscú a utilizar de forma masiva los aparatos de Irán, uno de los pocos aliados internacionales con los que todavía cuenta Vladímir Putin.
Fuentes diplomáticas del Gobierno de Ucrania en Washington concretaron la semana pasada en un encuentro con la prensa que, de media diaria, sus sistemas de defensa interceptaban seis Shahed-136 —rebautizados en Rusia como Geran-2—, el modelo más moderno de los drones suicidas. El Estado Mayor ucranio ha asegurado que derriba el 60% de los que llegan a su territorio. Pero el número va en aumento. Solo el martes, fueron abatidos por lo menos 10 de estos aparatos. Dos de ellos impactaron en su objetivo y destruyeron una central térmica en Vinnitsia, en el centro del país. El lunes, Rusia disparó desde el mar Negro y desde Bielorrusia 13 de estos vehículos no tripulados. El 4 de octubre, 12 fueron dirigidos contra la región de Kiev, seis de los cuales impactaron contra infraestructuras, según informó el gobernador de la provincia, Oleksii Kuleba. El Ministerio de Defensa ruso, Serguéi Shoigú, aseguró que ha destinado en los últimos días más de 40 Geran-2 a sus posiciones en Bielorrusia, con la capital ucrania como objetivo.
Irán presentó el Shahed-136 por primera vez a principios de 2021. Su producción a gran escala ha llegado con la guerra en Ucrania y es el adversario de los drones turcos Bayraktar, una de las armas estrella de las fuerzas armadas ucranias. La principal ventaja de los Shahed-136 es su largo alcance, ya que pueden volar más de 2.000 kilómetros, según el ejército ucranio. Pero son de un solo uso, a diferencia del Bayraktar, y tecnológicamente menos avanzados. Los vídeos grabados de vuelos de estos drones sobre Ucrania confirman que son fáciles de detectar por el gran ruido que hacen —parecido al de un ciclomotor— y porque no superan por lo general una velocidad de 180 kilómetros por hora.
Fuentes del Pentágono aseguraban la semana pasada a The Washington Post que Teherán había suministrado a Rusia “cientos de drones de diferente tipo”, no solo de varios modelos de Shahed, sino también de los de reconocimiento y ataque Mohajer-6. Los servicios de inteligencia ucranios elevan a 2.400 los aparatos no tripulados que Moscú ha adquirido a Irán.