Blazers en tejido de punto, pantalones con cordones o elásticos en la cintura y camisetas de cuello alto, abierto. Por si no lo sabía, ese es el nuevo código de vestir de la postpandemia. Al menos en Estados Unidos.
Quienes pudieron trabajar desde sus casas durante dos años en sudaderas y pantalones de yoga están reconsiderando su forma de vestir, tratando de encontrar un equilibrio entre la comodidad y la formalidad a medida que reabren las oficinas. Les dicen adiós a los acartonados trajes tradicionales, los pantalones con cierre y las faldas de tubo predominantes antes de la pandemia del COVID-19 y ensayan otras vestimentas, obligando a comerciantes y fabricantes a adaptarse a los nuevos tiempos.
La tendencia a vestirse de una manera más informal comenzó antes de la pandemia. Pero los dos años de sudaderas aceleraron la transición hacia un estilo más informal y cómodo.
De todos modos, todavía no hay nada definido y la nueva forma de vestir en el trabajo sigue siendo por ahora un experimento social, según Adam Galinsky, psicólogo de la Columbia Business School que estudia el impacto que tiene la indumentaria de una persona en su forma de pensar.
“El ‘uniforme’ de la oficina no tiene por qué ser algo permanente”, agregó. Información recabada por el NPD Group, que investiga las tendencias del mercado, indica que los comercios se adaptan a los nuevos tiempos.